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Reconciliémonos con el lavado del baño

 Lavar el baño es de las tareas más incómodas que existen. Pero es tan incómoda como necesaria. Mejor dicho: es como pagar los impuestos; hay que hacerlo sí o sí. Por eso hoy queremos reivindicar esta labor para que no se te haga tan tediosa.

En el aseo del hogar, es lo que siempre intercambiamos: “yo barro y trapeo, pero tú lavas el baño”; “yo lavo los platos durante una semana, pero tú lavas el baño el sábado”; “yo hago cualquier cosa, menos lavar el baño”. Que suceda esto no es un misterio, pues el baño es ese lugar que, inmediatamente, asociamos con los desechos fisiológicos. Además, es el espacio del hogar que más cantidad de agua concentra, por lo que es propenso a la humedad, hongos, gérmenes y bacterias.

Planteado el problema, vamos a la solución

Entender el baño como un lugar higiénico es un buen primer paso. Es decir, si somos conscientes de cuidarlo mientras lo usamos, seguramente cuando toque hacerle una limpieza a profundidad, no nos genere tanto repudio o pereza porque no estará tan sucio como suele estarlo.

Si le damos un uso correcto y mesurado, intentando ser lo más impecables y aseados posible, tendremos mucho terreno ganado.

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Un truquito antes de empezar

“Las cosas no es que sean muchas; es que están mal organizadas”. Eso nos solían decir nuestras madres y abuelas cuando veían mucho desorden en nuestras habitaciones. Con el baño sucede algo similar. Resulta que en él vamos acumulando frascos y frascos de productos que utilizamos durante algún tiempo y ya no nos aplicamos; o cremas, geles y aceites que nunca terminamos, pero tampoco desechamos.

Aunque no sea una limpieza en el sentido estricto de la palabra, sí evitará el ruido visual y hará que haya una mejor percepción de orden en el lugar.

El orden es importante

Puedes ordenar el lavado de los elementos del baño por tamaño, complejidad o afinidad.

  • Por lo general se empieza con el lavamanos porque es lo más pequeño y lo más sencillo. No hay ningún problema. Solo recuerda lavar muy bien las perillas, la llave y la rejilla del desagüe. Esta última es la que más bacterias acumula.

  • Luego, te recomendamos seguir con el sanitario. Aunque puede ser el de menos afinidad, es el siguiente en cuanto a tamaño y complejidad. Por supuesto, debes lavar por fuera y por dentro, en ese orden. Claramente para ello hay un artefacto particular, que es el cepillo de baño.

  • Y finalmente la ducha, el espacio en donde nos bañamos. Muchos omiten este paso porque no lo creen necesario, pero la verdad es que las juntas del piso, los azulejos y el cristal o la cortina, van acumulando nuestra grasa corporal y demás bacterias del ambiente. Es indispensable lavar muy bien. También, si tienes algún elemento extra en donde pones el jabón y demás productos capilares.

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El amigo inseparable de la limpieza

La desinfección. No es solo lavar. El baño necesita, más que cualquier otro espacio del hogar, que sus componentes sean desinfectados. Recuerda que los gérmenes y las bacterias buscan siempre los lugares en donde se puedan movilizar y transmitir con mayor facilidad, por eso es muy común que encuentren en el baño su hábitat natural.

¿Y los cristales?

Limpiar espejos no es sencillo. De hecho, en un artículo anterior, ya te dimos las recomendaciones del caso. Puedes leerlas aquí: https://www.kipclin.com/blog/asesoria-en-limpieza/si-es-posible-limpiar-los-vidrios.html

Precisamente por eso aconsejamos dejarlos para lo último. Porque imagínate gastar tiempo y productos en limpiar los espejos del baño, para finalmente ensuciarlos nuevamente mientras lavamos el lavamos o el sanitario. ¡Por supuesto que no es lo más conveniente!

La otra cara de la limpieza

Esperamos que todavía no hayas empezado a poner en práctica nuestras recomendaciones, porque en realidad nos faltó aclarar algo muy importante. Recuerda, antes de comenzar a lavar el baño, retirar todos los objetos visibles que estén dentro de él. Hablamos entonces del papel higiénico, la papelera y cualquier objeto de decoración que puedas tener.

Hecha esa aclaración, avancemos: cepillo de baño y tapete. ¿Qué hacer con ellos? ¿Acaso son ellos la otra cara de limpieza? Pues sí.

Seguramente te has preguntado por qué las toallas se ensucian si las utilizamos cuando estamos recién bañados. Aunque no haya respuesta para esa inquietud en este artículo, ten en cuenta que con la escobilla y los tapetes pasa lo mismo. Esos elementos, a pesar de estar en contacto con lo limpio, también acumulan bacterias y deben ser higienizados regularmente.

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El tapete, por ejemplo, si lo tienes a la salida de la ducha, recoge diariamente el agua de nuestro cuerpo antes de que nos sequemos por completo. Y el cepillo de baño tiene contacto estrecho y directo con el sanitario (al igual que la bomba) y debe ser lavado y desinfectado por aparte. Las cerdas del cepillo pueden acumular gérmenes indeseados.

Inclusive una buena alternativa es llenar la canastica del cepillo con cloro para que la escobilla esté sumergida en él día y noche.

En KipClin apostamos por los hogares limpios

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